27 Domingo B Matrimonio
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Matrimonio
En la primera lectura de hoy leemos como al principio Dios creó Adán el primer ser humano. No necesitaba nadie más porque estaba con Dios. Pero Dios pensó que necesitaría una compañera para comenzar a generar otros humanos. Trasformando Adán, creó a Eva y así comenzó la pareja. En el libro del Genesis Dios nos recuerda que en el matrimonio hombre y mujer se hacen una sola carne. Desde el principio hemos sido creados para hacernos uno con el otro y traer hijos al mundo. El amor humano es maravilloso, pero no podemos olvidar que es un reflejo del amor divino, el único amor definitivo para el que hemos sido creados, para experimentarlo en la tierra y para siempre en el cielo.
Los esposos se casan para hacerse uno, cuerpo y alma. Es fácil hacerse uno físicamente, pero no lo es espiritualmente. Es el proyecto de toda una vida. Los esposos se entregan el uno a al otro con lo que no se pertenecen a sí mismos. Tienen que pensar en plural y preguntarse: ¿Qué prefiere el otro que haga yo? Los problemas aparecen cuando uno o los dos siguen pensando en singular: ¿Qué puede el otro hacer por mí? El individualismo hoy imperante en nuestra sociedad destruye muchos matrimonios.
En el evangelio Jesús nos recuerda que el matrimonio dura hasta que la muerte nos separe. Lo que Dios ha unido el hombre no puede romperlo. Cuando uno piensa así, hace todo lo posible para proteger y defender su matrimonio contra cualquier enemigo. La vida moderna presenta muchos problemas contra la unidad de la pareja. Cuando la gente se casa piensa que su amor durará para siempre. Pero cuando las cosas se ponen cuesta arriba cambian de opinión. El matrimonio es indisoluble por dos razones: para los hijos y para los esposos. Los hijos necesitan un nido estable para crecer y desarrollarse. Los esposos necesitan el uno del otro, especialmente cuando se hacen mayores.
Hoy en día nos hemos olvidado de que el sexo es para generar hijos. Ponemos el énfasis en el bien de los esposos, pero hemos dejado a los hijos detrás, y eso hace que los matrimonios se rompan. Ambos son los fines del matrimonio y están relacionados. Son las dos caras de la moneda. Los hijos enriquecen a la pareja y el amor de los esposos benefician a los hijos.
La otra cualidad del matrimonio que está muy desprestigiada hoy en día es la fidelidad. Es algo difícil de vivir. Es más fácil ser infiel. La sociedad actual te empuja a ello y rompe matrimonios. Podemos jugar con el fuego, pero antes o después nos quemamos. Vamos a rezar por la fidelidad de los esposos, fundamento de la familia, base de nuestra sociedad.
josephpich@gmail.com
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