572. El cacique Esmeralda (Leyenda Muisca)
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Juan David Betancur
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Habia una vez un pueblo muisca en las tierras que hoy ocupa el departamento de Boyaca en Colombia. Los muiscas que vivían en la comarca de guacheta eran dirigidos por un cacique que tenía una niña de una belleza tal que se decía que era hija de la luna y las estrellas.
La niña a medida que crecia iba mostrando dotes extraordinarias y se decía que era capaz de predecir el futuro y que podía ver claramente lo que le sucedería en el futuro. Un día la niña despertó y corriendo se acercó a el bohío de su padre que se encontraba reunido con los sabio de la tribu muisca. La niña sin percatarse que su padre podía estar ocupado en temas de gobierno le dijo.
Papa, papa he soñado que soy grande. He soñado además que hay una piedra verde a mi lado que me mira con delicadeza y tiene una luz que ilumina todo a su alrededor. He sentido además que de aquella piedra verde sale una vibración que llena mi corazón y el corazón de todos los que están cerca. Es una piedra mágica. Además senti que esa piedra es una extensión de mi propio ser.
El cacique y todos los sabios de la aldea que se encontraban allí reunidos, soltaron la risa y con dulzura abrazaron a la niña mientras reconocían que la imaginación de aquella niña de solo 6 años era mayor que lo que se esperaría de algún otro niño de su edad. El padre llamo a la madre de la niña y le pidió que la llevara de nuevo a su casa para que descanzara y jugara con sus hermanos.
La madre presurosa tomo a la niña y se dirigió a su bohío. Pero con el paso del tiempo la niña seguía insistiendo que algún día su vida cambiaria como lo había soñado. Después de varios años la niña ya doncella recibió la visita de un rayo de luz que la traspaso.
La niña quedo embarazada y después de 9 meses la joven pario una piedra verde con rayos fulgurantes que iluminaban todo a sus alrededor para asombro de su padres. Los Hunza no conocían hasta ese momento las esmeraldas y así no pudieron saber que era aquella roca del tamaño de un bebe que estaba junto a la joven princesa.
La voz corrio por toda la región y de todas partes vinieron a ver la rutilante piedra verde que había parido la hija del cacique. Con los días aquella piedra verde fue tomando la forma de un niño con torzo, brazos, piernas y cabeza. Aquel niño recibió el nombre de Goranchacha y una vez formado mantuvo su color verde y la luminiscencia propia de una esmeralda. De su cuna partieron millones de mariposas azules que volando comenzaron a recorrer las altas montañas, los ríos, los lagos y las planicies llevando el mensaje de que un niño piedra había nacido para dirigir el futuro de los pueblos.
De esta manera las tribus muiscas, muzos y caras recibieron el mensaje y partieron a conocer aquel niño del que las mariposas azules les hablaban.
Allí en el bohío de su madre encontraron un niño de color verde resplandeciente que brillaba a tal grado que no podían mirarlo de frente. Solo podían observarlo de espaldas. El niño además tenía el don de la clarividencia que tenía su madre, y de esta manera podía ver el futuro.
Con los años el abuelo murió y siendo el ya un joven adulto tomo las riendas de los destinos de su pueblo convirtiéndose en el cacique Goranchacha que significa dios del Sol.
Cuentas los que saben que el cacique fue un hombre bueno y justo que tenía como maestro al dios Bochica que había llegado a sus tierras para enseñarles a los muiscas a cultivar las tierras del altiplano cundiboyacense. Coranchacha como discípulo de Bochica decidio salir a conocer los pobladores de la amplia sabana y en sus viajes comenzó a recibir imágenes de un
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